El otro viaje

El otro viaje.

Todo viaje tiene un principio y un final, pero todos sabemos que lo interesante de viajar es disfrutar del recorrido. Por desgracia no siempre se puede y no siempre esos viajes son a sitios paradisiacos.

¿Alguna vez habéis pensado en el viaje que hacen nuestros residuos higiénicos? Pues me gustaría guiaros por el fascinante mundo de los bastoncillos de oídos y cómo acaban en nuestras playas. Así es, cerca de 1.500 bastoncillos se recogen cada hora en la Playa de la Patacona. Mucha gente se pregunta si es por la costumbre que tienen las personas de la zona de irse a la arena a lavarse las orejas, pero no existe tal costumbre. La explicación más lógica y la única verdadera, es la que te cuento aquí.⁣

Pequeños gestos como el lanzar una colilla al suelo en vez de a la papelera o cenicero más cercano, identifican a la raza humana actual, no es extraño de imaginar que también hagamos algo parecido con nuestros residuos higiénicos que lanzamos al váter en vez de a la papelera. Pensamos que ese portal mágico lleva a otra dimensión en la que todo es azul y el papel higiénico, preservativos, aplicadores de tampones y nuestros protagonistas desaparecen para ir al cielo de los productos de limpieza. Desafortunadamente esto no es así, ya que una vez pasamos ese portal misterioso acabamos en un laberinto de cañerías que gestionan todas las aguas residuales de la ciudad⁣⁣⁣. Una vez llegan a las estaciones depuradoras de aguas residuales (E.D.A.R.), estas no son capaces de retener todo el volumen que llega y a veces ocurren pequeños desbordamientos. Podríamos ver la analogía en un hotel de Benidorm en temporada alta donde las personas van en manada a registrarse y se encuentran sin una habitación libre y tienen que seguir buscando alojamiento. ⁣Pues así continúa el viaje de los bastoncillos, que además por tener una densidad menor a la del agua, flotan y son muy difíciles de parar por las cámaras de decantación de las E.D.A.R..

…Cerca de 1.500 bastoncillos se recogen cada hora en la Playa de la Patacona.

Superando todas las pruebas físicas que le pone el sistema, nuestros largos y escurridizos protagonistas acaban siendo expulsados al mar a través de los emisarios⁣⁣ submarinos, que son unas cañerías increíblemente grandes, que pueden ser subterráneas o estar al descubierto, que entran un mínimo de 500 metros dentro del mar y escupen esas aguas tratadas. Podría parecer que ya hemos llegado a nuestro destino y que podemos deshacer las maletas para bajarnos a la piscina o pasear por las inmediaciones del hotel, pero entonces ¿qué tipo de vacaciones serían?. A continuación, nuestros protagonistas inertes se dejan llevar por la magia de las corrientes y el oleaje de nuestro mar Mediterráneo, surcando las masas de agua como si de una atracción de feria se tratase. Hasta llegar a la primera línea de tierra, el destino final, la orilla. Son acompañados por la fuerza de las olas y el murmullo del viento hasta encontrarse con alguna barrera física sea una duna, un arbusto o cualquier otro residuo que haya en la playa. 

Quizá no es el viaje que esperábamos, quizá nos hemos olvidado que si no tenemos cuidado con los pequeños gestos cotidianos cada vez será más difícil disfrutar de unas vacaciones en playas paradisíacas sin tener bastoncillos, y a sus “amigos”, con nosotros.

Fin del mundo, ¿o no?

¡Bienvenidos al fin del mundo! o como a mí me gusta llamarlo, nuestro día a día. Es cuestión de actitud el tener una visión negativa o positiva de lo que nos ocurre. Pero es muy importante tener claro que el problema es real y que depende de ti y de lo que estés dispuesto a hacer al respecto para solucionarlo.Et rerum aut voluptatem

Desde la Asociación BIOagradables siempre hemos mirado todos los problemas desde un prisma diferente, uno con muchos colores y “buen rollo”. Desde 2012 realizamos limpiezas de playa como actividad de voluntariado para que las personas que participan puedan aportar su granito de arena en esta gran crisis ambiental que sufre nuestro planeta. Poco a poco, mes a mes, hemos ido contagiando con nuestra actitud a cientos de personas que se suman los domingos por la mañana en las playas de Valencia. Esas personas ya han visto el problema con sus propios ojos, han tocado con sus propias manos los residuos escupidos por el mar o abandonados en la arena. Y todo esto ha ayudado a que la próxima vez que tengan un cigarro consumido entre los dedos se esfuercen un poquito en acercarse al cenicero más cercano o se guarden su basura en el bolsillo antes de tirarla al suelo. Lo que podrían parecer diminutos gestos son en realidad la señal de que una actitud se está creando dentro de nosotros y nosotras que nos hace apreciar más nuestro entorno. Es lo que llamamos la “actitud BIOagradable”.

Desde 2012 realizamos limpiezas de playa como actividad de voluntariado para que las personas que participan puedan aportar su granito de arena en esta gran crisis ambiental que sufre nuestro planeta.

Nuestra intención nunca ha sido la de dejar limpias las playas, pues a parte de “agradables” somos realistas y esa misión resulta imposible. Pero sí nos hemos comprometido a reducir la carga de residuos que reciben nuestras costas todos los días del año, no sólo en verano y, sobretodo, a concienciar y sensibilizar a las personas, porque tenemos el potencial de preocuparnos por nuestro entorno y cuidarlo como si fuese nuestro. Otro de nuestros compromisos es el de educar sobre medio ambiente en espacios clave como escuelas, institutos y universidades. Sabemos que es una carrera de fondo y los resultados se verán a largo plazo. Y es que en esta carrera a contrarreloj es esencial  que cada vez hayan más personas conscientes y responsables organizadas al servicio de una sociedad coherente.

…nos hemos comprometido a reducir la carga de residuos que reciben nuestras costas todos los días del año…

Quizá llamarlo fin del mundo es un poco exagerado. Cada año se vierten ocho millones de toneladas de plástico al océano, la temperatura global sigue subiendo varias décimas, la composición química del agua se ve afectada por la acidificación de los océanos y debilita las barreras de coral y hasta las estructuras de los crustáceos. Cada día saltan alarmas de contaminación del aire que respiramos y cada minuto que pasa anuncian una nueva especie en peligro de extinción. No es el final del mundo, pero sí sabemos que nos acercamos peligrosamente a un punto sin retorno.

Es el momento de reconducir nuestros hábitos hacia unos más amables y de reconocernos como valiosos agentes del cambio. Por todo esto te animamos a que seas parte de la transformación que quieres ver en el mundo. Sal ahí fuera y actúa, únete a las personas que están construyendo nuevas alternativas para consumir, comunicar, trabajar, vestir… Nosotros te invitamos a limpiar una playa, plantar un árbol, donar alimentos o consumir productos de cercanía. Es una buena forma de entender lo crucial que es nuestro papel a la hora de contribuir a un planeta más responsable y sano.

Océano plastificado

Desde que salimos de casa hasta que volvemos derrotados después de un largo día de trabajo pasan por nuestras manos muchas herramientas que nos facilitan la vida. Todos sabemos que estos objetos están hechos de plástico o formas derivadas de hidrocarburos. Este material se inventó para facilitar el embalaje de la industria alimenticia, queríamos un material que fuese barato de crear y fácil de desechar. Ningún problema con eso hasta que descubrimos las consecuencias de un uso descontrolado y poco responsable.

Vivimos en la era del plástico y muchos se piensan que es por la problemática que hay en los mares y océanos, cuando realmente se llama así por la revolución que ha supuesto usar plástico para abaratar costes de instrumentación médica, mejorar la eficiencia de vehículos y hacer más duraderos y asequibles algunos alimentos. El plástico ha supuesto una mejora descomunal en tecnología y en calidad de vida. La infinidad de usos de este material ha conseguido colocarlo en sectores como el industrial.

Pero, ¿qué pasa cuando algo crece sin control? Dicen que “La potencia sin control no sirve para nada”. No podría tener más razón, una vez se nos va de las manos deja de ser una herramienta útil y se convierte en una catástrofe difícil de manejar. El plástico tiene muchos tipos, según sus propiedades se pueden clasificar en termofusibles y termoestables, también es difícil saber de qué está compuesto pues no hay ley que obligue a las empresas que lo fabrican especificar su fórmula pues se considera un secreto empresarial muy valioso. Sin embargo, nos puede llegar a dar igual pues los procesos de reciclaje de este material son sencillos basándonos en sus propiedades termoquímicas ya que solo los termofusibles se reciclan. Entonces, ¿ si tan fácil es de reciclar por qué llegan tantos miles de millones de toneladas al océano cada año?

Este material se inventó para facilitar el embalaje de la industria alimenticia…

La respuesta no es fácil, ya que el proceso desde la tienda hasta el contenedor no siempre sigue los pasos adecuados. Cada ciudadano tiene un poder que desconoce, pues sólo con la elección del consumo puede determinar la cantidad de residuos que genera en su casa, además es capaz de decidir si su basura va a acabar en una planta de reciclaje, un vertedero o en el mar.

Cada ciudadano tiene un poder que desconoce

El inconveniente de este material es su impacto en el medio ambiente si no se gestiona correctamente. Es un material fotodegradable, se degrada por el impacto del sol, la fricción de las aguas y el viento, pero nunca llega a degradarse del todo ya que se va partiendo en partículas cada vez más pequeñas hasta llegar a ser tan pequeñas como un cabello humano (10 micras). Este proceso lo convierte en microplástico, tan diminutas son las partículas que acaban siendo parte de la composición química del agua, del sedimento e incluso de los animales que se alimentan de estos. El caso más conocido son los peces, que al respirar por sus branquias, van absorbiendo y acumulando partículas en su carne para luego acabar  en el plato favorito de alguien.

Las corrientes marinas son los flujos que transportan las masas de agua por todos nuestros océanos, ayudando así a que las temperaturas estén equilibradas entre los dos hemisferios y a que haya nutrientes en cada mar del planeta. Pero para los microplásticos se convierte en un sistema de toboganes por los cuales deslizarse por todo el mundo, dando igual si su origen es China o África este puede acabar en las costas de Tenerife y viceversa. Este sistema tan dinámico de corrientes tiene ciertos puntos donde se cruzan y se convierten en giros oceánicos. Aquí es donde se acumula una gran parte de la basura que acaba en el mar. Las famosas islas de plástico! Las basuras marinas se van degradando y al no tener escapatoria se van convirtiendo en una sopa de plásticos muy difícil de disolver o retirar. Este es el final de su viaje donde se quedarán convirtiendo todas las aguas que pasan por ahí en aguas “plastificadas”, convirtiendo nuestros mares y océanos en una gran botella de plástico de un solo uso.

Impacto del individuo

Impacto del individuo

En tiempos de catástrofes y fenómenos climáticos queremos pensar que podremos adaptarnos a todo lo que nos venga sin necesidad de cambiar nada, simplemente con mucha voluntad.

No olvidemos que la voluntad es una herramienta muy válida para conseguir logros en nuestra vida, pero lo que nos viene encima es mucho más grande que madrugar un domingo para ir a una limpieza con BIOagradables. Debemos, no obstante, aprovechar esa voluntad como apoyo para desarrollar nuestra segunda mejor arma: la proactividad. No podemos ser espectadores y espectadoras en esta crisis, debemos actuar con ganas y constancia a la hora de decidir qué cambios vamos a llevar a cabo en nuestro ámbito personal, porque serán estos gestos los que ayuden al movimiento global y a nuestra adaptación a las catástrofes climáticas.

«No podemos ser espectadores y espectadoras en esta crisis«

Vamos a pensar por un minuto en lo que supone esta crisis climática: inundaciones en grandes ciudades, tormentas perfectas en archipiélagos descubiertos, golpes de calor históricos y todas las terribles consecuencias de estos fenómenos que no son novedad por sus caraterísticas pero sí por su asiduidad.

Hemos visto cómo en la Costa Oeste de Estados Unidos han sufrido inundaciones que han llenado las bahías de toda la mugre y contaminación que había en las ciudades encontrándonos con valores de los indicadores de calidad de agua muy por debajo del estándar. También recordamos cuando sufrimos las imágenes del  incendio devastador en Australia que fue debido a temperaturas muy altas y porque tiene una superfície forestal muy baja en comparación con su superfície total. Pero el impacto más inhumano es que hayamos tenido que inventar el término “refugiado climático”, porque ha habido personas que han tenido que migrar de sus hogares debido a la meteorología tan agresiva que ha arrasado escuelas, hospitales y casas.

Todo esto nos enseña que tarde o temprano nos va a tocar a nosotros y nosotras adaptarnos o migrar a otro país para poder sobrevivir. La mentalidad de espectador debe desaparecer y seguro que la última pandemia que estamos sufriendo nos hace ver las cosas de forma diferente. Se ha acabado la queja inactiva, el falso activismo en redes sociales y el hablar por hablar. Tenemos que salir a la calle y ayudar a los nuestros, a nuestra ciudad, a nuestra sociedad y a nuestro planeta para que se conviertan en un sitio más sano y limpio.

Queremos cambiar el impacto que generamos como especie en este planeta, ahora sabemos que tenemos las herramientas y sin embargo todavía no nos hemos dado cuenta que a parte de reducir la huella negativa que dejamos a nuestro paso también podemos transformar nuestros esfuerzos en construir actitudes positivas que ayuden a crear un impacto global construido desde la individualidad.

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